El humor podría ser lo que distingue a los humanos de otras criaturas. ¿Por qué se lo ignora entonces? Tanto cuando proporcionamos a los demás algo de lo que reírse como cuando nos reímos de lo que nos ofrecen los demás, participamos de un acto de generosidad. Interactuamos mediante un método que no resulta amenazante, exigente ni serio. El humor acostumbra a la gente a ver las cosas de distintos modos y a explorar diversas posibilidades.


El humor diluye la certeza, que, a su vez es la base de mucha angustia emocional. Puedes aprender a reírte de ti tanto como de los demás. Cualquier cosa a la que el humor pueda amenazar merece ser amenazada. El humor no es cosa de risa. El humor es algo serio. El humor se basa en no tomarnos demasiado en serio ni al mundo ni a nosotros mismos. A nuestro cerebro le gusta la certeza. La percepción busca la certeza y, en cuanto la encontramos, nos encerramos en ella con rigidez, arrogancia y pasión. El humor se basa en la posibilidad de ver las cosas de un modo distinto. El humor se basa en la posibilidad de cambiar la percepción.
Cuando usamos el humor, cambiamos las percepciones y, de pronto, comprobamos que la nueva apreciación tiene sentido lógico. El humor va de la mano de la ligereza, al contrario que el apasionamiento, la seriedad y la angustia, que nos condenan a la negatividad.
El humor es un lubricante social porque es un modo de interactuar generosamente con las personas.
El humor hace que compartamos la posibilidad de una nueva percepción con los demás.
El humor nos permite dar sin perder nada.
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