
Dulce Micaela, ojos oscuros, alma radiante.
Amada criatura del Universo, ser de luz que la Vida me ha dado en préstamo.
¡Gracias por este nuevo tesoro puesto en mis manos!
¿Cómo pudo Dios confiarme alguien tan bello?
Tus casi dos años son como dos siglos,
como dos milenios de estar juntas dando vueltas por el Universo.
Tus sonrisas mimosas saludándome.
Tus bracitos gorditos abrazándome.
Tus manitos sucias palmeándome cariñosas la espalda o dejando una caricia torpe en mi cara...
Mi dulce Micaela, pequeña maravilla perfecta
casi como un clon desandando el tiempo,
como un duende de la risa, ángel volando sin alas
dándome tu ternura infinita en una sola mirada.
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